jueves, 22 de octubre de 2009

Mi confrontación con la docencia

Desde niña me apasioné por la música, lo cual no pudieron fomentar mis padres por falta de recursos, sin embargo en la educación secundaria, en la calse de educación artística, confirmé mi vocación por hacer e interpretar música, aprendí a tocar guitarra y flauta dulce y compuse muchas canciones de manera lírica. Luego ingresé al nivel medio superior y aún sin el apoyo de mis padres ingresé a una escuela formal de música a cursar paralelamente el bachillerato en música sacra.
Principalmente a mi padre no le agradaba la idea de que estudara música pues afirmaba que no era un trabajo digno para una mujer y que no iba a obtener trabajo de esa manera. Sin embargo continue estudiando en ambas escuelas.
Al terminar el bachillerato viajé a la ciudad de Morelia, Mich. y me inscribí en el Conservatorio de las Rosas donde inicié la licenciatura en piano, pero como no tenía el apoyo de mis padres busqué trabajo dando clases de piano y de cantos y juegos en preescolar, lo que me permitío solventar mis gastos escolares y sobrevivir.
Al año siguiente ingresé al CEDART "Miguel Bernal Jiménez" como docente de música y continué alternando mis estudios en el Conservatorio con mi trabajo durante varios años. Cada día me daba más cuenta de lo bien que me hace sentir dar clases de música. Cada año que transcurría observaba que mi vocación también es la docencia y procuré buscar cursos sobre didáctica, pedagogía, creatividad en la educación, filosofía de la educación, análisis y diseño curricular, etc. Participé en encuentros docentes y foros en los que pude aprender de mis compañeros sobre la labor docente y mayor interés se fomentó en mi sobre la enseñanza.
También continué mis estudios musicales para contar con mejores herramientas y conocimientos actualizados en el ámbito musical y así ofrecer clases de mayor calidad a mis estudiantes.
En el año 2001 comencé a desempeñarme como secretaria académica o subdirectora de la escuela, y fue muy emocionante ver la docencia desde otro punto de vista: el organizacional. Procuré no dejar cuando menos un grupo cada año para dar clase de canto o de coro. Así he continuado, buscando cursos de especialidad al menos una vez al año, realizando recitales de canto al menos tres veces por año y atendiendo un grupo escolar en cada ciclo en las materias de canto o expresión verbal. A la par desde el año 2007 estoy a cargo de la dirección del CEDART, aprendiendo cada día cosas nuevas y enfoques diversos de la educación artística, de la docencia y de la vida misma.
MARÍA DOLORES ZAV ALA ESPARZA

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